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Hacienda de San Ignacio, San Miguel de Allende, Guanajuato
Quinta, Rancho y Hacienda en Venta
$7,000,000.00 DLLS
ID. 118294

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Edgar Cancino
415 101 9982

Información

  • 16 Recámaras
  • 10 Baños
  • 27652.0 Mts2 Terreno
  • 4498.0 Mts2Construcción



619 Visitas

Hacienda de San Ignacio

Descripción

La hacienda de San Ignacio de Urbieta es un lugar de descanso con un sin número de bellos rincones y detalles que permiten disfrutar del clima del lugar en un ambiente inigualable de paz y tranquilidad. Por sus dimensiones y su riqueza histórica, esta hacienda es el sueño de cualquier familia que busca un espacio para formar su hogar, aunque también podría funcionar como una casa de fin de semana, un elegante hotel boutique o un importante espacio para eventos corporativos.

La hacienda fue restaurada por su dueño actual para su familia, por lo cual se puede apreciar la atención a los detalles y la calidad de materiales que se utilizaron durante la restauración-siempre consultando expertos para ser lo más fieles posible a su estado original. Los muebles y la decoración fueron elegidos específicamente para cada uno de los espacios. Muchos de estos muebles fueron importados de la india o adquiridos por el dueño a lo largo de los años, siempre buscando que complementaran y enfatizaran el estilo arquitectónico de la hacienda.

Al entrar a la propiedad, lo primero que se puede apreciar es la imponente fachada con acabados de piedra y estoco. Con hermosos arcos, balcones, tejados de barro y los típicos Chacuacos que revelan sus orígenes azucareros, todo esto enmarcado por el idílico jardín de vegetación típica de la región. Ubicada en el centro de Axochiapan, Morelos, esta hacienda ofrece el balance ideal entre proximidad a la Ciudad y la tranquilidad de una casa de campo.

Hacienda de San Ignacio, cuenta con cinco recamaras en la planta baja, siete recamaras + biblioteca en la planta alta, y adicionalmente cuenta con dos casas de huéspedes completamente independientes. “La Casa Del Príncipe” que cuenta con dos recamaras, y “La Casa Del Ingeniero” que cuenta con dos recamaras, sala, comedor y cocina.

La sala principal y el cuarto de juegos tienen techos altos y grandes puertas en forma de arco que además de impregnar el interior de luz natural, también permiten apreciar el hermoso jardín que rodea la hacienda. El comedor formal tiene techo de bóveda de cañón y ha sido decorado con antiguos vitrales que datan entre el siglo XIV y el siglo XV y que fueron importados de la India. La cocina también tiene un techo curvo y esta revestida con un elegante azulejo.

La hacienda cuenta con más de dos hectáreas de terreno, gran parte del cual ha sido transformado en extensos jardines ideales para eventos, también cuenta con una huerta de árboles frutales y un espacio que hasta hace unos años funciono como un invernadero. En la parte trasera, entre la casa principal y las casas de huéspedes, se encuentra la alberca que complementa las terrazas y los otros espacios de esparcimiento.

La impresionante colección de arte, que está incluida, data en su gran mayoría del siglo XVII y XVIII, aunque también hay piezas que datan del siglo XIV. Entre las piezas se pueden encontrar grandes retablos con motivos religiosos que originalmente adornaron otras haciendas, así como vitrales y tallados de madera. Muchos coleccionistas necesitan toda una vida para lograr acumular el volumen y la calidad de arte que Hacienda de San Ignacio ofrece, lo cual le da un gran valor cultural e histórico.

No se tienen datos precisos de los fundadores de la hacienda, aunque se sospecha que fue la orden de la Compañía de Jesús quien dominaba la región del Valle del Amatzinac los que iniciaron la construcción de esta bella hacienda.

La hacienda de San Ignacio de Urbieta data desde principios del siglo XVIII. La fecha más antigua que se tiene registrada es 1724, sin embargo se sospecha que su construcción es anterior.

En la región del Valle del Amatzinac las haciendas tienen sus inicios tentativos desde el siglo XVI, no se formaron latifundios importantes en el Valle del Amtazinac duarante el siglo XVI y XVII. Por el contrario, los propietarios particulares y las instituciones religiosas, principalmente la Compañía de Jesús pasaron todo el siglo XVII y principios del XVIII peleando por el control de la tierra y del agua. Sólo después de la primera década del siglo XVII los Jesuitas controlaron la tierras necesarias para la formación de un futuro latifundio.

Posteriormente, después de la expulsión de los Jesuitas de la Nueva España en el año de 1767, la Hacienda de San Ignacio junto con la Hacienda de Santa Clara de Montefalco fueron incorporadas a la Hacienda de Santa Ana Tenango, convirtiéndose estas en el siglo XIX en las productoras azucareras más importantes del país, dominando los pueblos de Tlanahuac-Chalcatzingo.

Los inicios del complejo industrial azucarero Santa Clara – Santa Ana – San Ignacio se remontan a 1616, cuando Don Pedro Cortés, nieto del conquistador y cuarto marqués del Valle, arrendó tierras a Don Pedro de Aragón quien establece el primer trapiche el 20 de octubre de 1618 en lo que es hoy la Hacienda de Santa Clara de Montefalco. Posteriormente en 1640, Luis Rebolledo establece el primer trapiche en la Hacienda de Santa Ana Tenango.

Durante el siglo XVIII siguieron floreciendo y modernizándose este conjunto de haciendas, las cuales se consolidan en una unidad industrial alrededor de 1740. Mateniéndose en diversas familias hasta llegar a 1908-1909, en donde el Valle del Amatzinac era dominado por un solo propietario, Luis García Pimentel, quien controlaba estas tres haciendas y sus dependencias, que cubrían 68,157 ha. Incluyendo prácticamente todo el Valle del Amatzinac, convirtiéndose en el mayor latifundio de Morelos.

Durante la Revolución las fuerzas Zapatistas incendiaron la Hacienda de San Ignacio, la cual permaneció en ruinas hasta 1960, en donde su anterior propietario inició la reconstrucción de esta. Actualmente esta bella hacienda, construida originalmente como una fábrica de azúcar, ha sido convertida en un lugar de descanso con un sin número de bellos rincones y detalles que permiten disfrutar del clima del lugar en un ambiente inigualable de paz y tranquilidad, escuchando de vez en cuando alguna de las historias y leyendas que todavía circulan entre la población.

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Caraterísticas



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